HASTA SIEMPRE ANGELICA CHIMEO DE BAUER, MADRE DE PLAZA DE MAYO

El SUTEBA Ayacucho despide a Angelica Chimeno de Bauer, representante en nuestra ciudad de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Luchadora incansable, madre, abuela y mujer con dignidad y coraje, siendo atributos que nos obligan a continuar desde nuestro lugar gremial con sus valores inclaudicables.

¡¡HASTA SIEMPRE ANGELICA......!!

CIUDADANA ILUSTRE DE LA CIUDAD DE AYACUCHO.

Angelica Chimeno de Bauer madre de Rubén y de otros tres hijos, oriunda de Lobería radicada con su familia en Ayacucho, cuya vida no había tenido más zozobras que la crianza de los niños, la atención del bar y la vida cotidiana en el pueblo, se transforma entonces, en la madre que busca desesperada al hijo, saliendo a las rutas, los lugares más reconditos, los parajes que nunca se planteo conocer, en la esperanza de volver a verlo.
Rubén y su compañera Susana, como tantos otros jóvenes militantes en la larga noche de la dictadura, se sabían perseguidos, se trasladaban constantemente, Angelica iba a los encuentros furtivos, donde el tiempo era oro y el peligro estaba a la vuelta de la esquina- Aquel mayo del 77, el del último encuentro, dio paso a otra Angelica, la que se fortaleció en la desazón, la que lejos de pensar en la resignación y la quietud, siguió cada pista, cada dato.
"Fui a todos los lugares donde se hacían denuncias, presenté hábeas corpus, brindé mi testimonio cuando vino la comisión de Derechos Humanos de la OEA, pregunté, busqué y nada supe". Se fue uniendo a otras madres, a otros compañeros de lucha, a la par de su búsqueda por el hijo, fue sumando las de todos los demás hijos y nietos. Y además, se prometió a si misma, a su hijo, a sus otros 11 nietos, que iba a encontrar a Laura, la bebé soñada por Rubén y Susana-
Encuentra a su nieta, cuando se comprueba, cerca del 2000, que el ex marino Policarpo Vazquez y su esposa, se apropiaron de la niña, robándole su identidad, y llamándola Evelyn -en 2008, la justicia ordena la extracción compulsiva de ADN, de objetos personales, ante la negativa de la joven, y Angelica sabe entonces, que es aquella niña para la que sus padres, Rubén Bauer y Susana Pegoraro, soñaron el nombre de Laura.
En febrero de 2011, declara en el juicio donde se investiga sobre el robo sistemático de bebés en la Dictadura, aportando su testimonio invalorable.
A la vez que se fue transformando en Angelica, la madre y abuela de plaza de mayo, incansable en su difusión de la lucha por los derechos humanos, verdad y justicia, fue en Ayacucho, una verdadera maestra que con sus testimonios, recuerdos y coraje, recorrió cada escuela, cada encuentro de juventudes políticas, cada acto comunitario o escolar donde se la invitara.

De pocas palabras, cada vez que le acercaban un micrófono, no dejaba de agradecer con la misma humildad, a alumnos, padres, autoridades, vecinos, solo agradecía, pedia que la siguieran acompañando, contaba una y mil veces que esperaba la presencia de Rubén, volviendo al hogar por la puerta que siempre estaba abierta por si regresaba en la noche.

Sin embargo, su testimonio basado en una capacidad para transmitir lo vivido con una claridad y justeza inigualable, quedó plasmado en los relatos, videos, obras de teatro, de alumnos y alumnas, junto a sus profesores- fue nuestra "más relevante educadora sobre derechos humanos" como la nombraron allá en Udaquiola los chicos y docentes de 6º año, en la misma escuela donde hicieron su historia teatro, dibujo, muro en palabras... La abuelita del cuento que escuchaban atentamente los chicos de la Escuela 6, con los ojos asombrados al verla allí, sentada en una silla, tan cercana, tan de aqui, tan nuestra.... La Angélica que los chicos de Nuestra Señora del Buen Consejo reportearon para el video donde su vida contada en primera persona, nos enseña a todos el significado de la lucha permanente.
Lejos de juzgar a quienes en algún momento le pudieron dar vuelta la cara, los entendía porque "tenían miedo". Con esa misma dignidad, sufrió en silencio el no poder abrazar a la nieta y llamarla con el nombre que soñaron, pues no estaba dispuesta a resignar por ello la búsqueda de justicia por el hijo y todos los hijos, y a seguir sosteniendo que los apropiadores eran cómplices y culpables.

El 30 de junio, Angelica, con su partida, nos entrestecio a todos, muchas manos, muchos abrazos, mucho llanto de tanta gente, tan diferente, tan dispar, provenientes de lugares, ideas políticas, religiosas, ideológicas, que solo el sentimiento de amor y gratitud hacia ella podía unir en un mismo lugar.
Pero quedó el consuelo de haberla podido homenajear en vida, declarándola cuidadana ilustre.
Y la certeza de que en cada pibe que pregunta, que quiere saber, que levanta su mano, que se opone a una injusticia, está ella, su mano, su pañuelo blanco en alto.. una vez más, de esa ama de casa y madre de 4 hijos, a la madre y abuela de plaza de mayo, se transforma en nuestro mayor símbolo y bandera de defensa de los derechos humanos de todos y todas.