Entre las paradigmáticas decisiones de la dictadura del  ?76 se cuenta la derogación de los feriados del carnaval y su virtual prohibición. A excepción de algunas ciudades y provincias donde la antigua raigambre de la fiesta pudo más que la decisión burocrática, en casi todas las grandes urbes, durante esos años, desaparecieron las expresiones populares del carnaval.

Murgas, agrupaciones humorísticas, corsos, juegos de agua, bailes y otras yerbas comenzaron a resurgir junto con la democracia, después de años de tristeza y oscuridad. Así fue que, amor y dedicación mediante, pudieron volver de a poco algunas de estas manifestaciones carnavalescas.

Recuperada la democracia, hacer murga se transformó en una forma más de resistencia popular y una vez más la alegría fue aliada de la lenta reconstrucción de la organización colectiva: en centros culturales, en algunos clubes, en algunas esquinas de barrio y hasta en las escuelas comenzó a sonar el bombo con platillo para que se insinúen otra vez los renovados bailes y poemas de antepasados negros e inmigrantes.

En 2004 la Ciudad de Buenos Aires declaró el lunes y martes de carnaval como días no laborables.
Se necesitaron 27 años de democracia para que toda esa larga lucha cultural se cristalizara en la recuperación del lunes y martes de carnaval como feriado nacional. La consigna del primer carnaval recuperado, el Carnaval de la Alegría de 2011,  fue una cita del gran Arturo Jauretche “Nada grande se puede hacer con la tristeza”, que resume en pocas palabras el profundo motivo por el cual ésta era una lucha necesaria. Y ahora sí que ¡¡todo el año es carnaval!!

Extraído de: Clase Trabajadora. Nuestra Historia.

Secretaria de Formación Político Sindical.
SUTEBA