ENCONTRAMOS OTRO NIETO, EL HIJO DEL SECRETARIO DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

Las Abuelas de Plaza de Mayo queremos comunicar que hemos encontrado a otro nieto que durante más de 32 años vivió privado de su identidad. Francisco Madariaga Quintela es hijo de Silvia Mónica Quintela y Abel Pedro Madariaga, ambos militantes de la organización Montoneros. Silvia fue secuestrada el 17 de enero de 1977 en Florida, provincia de Buenos Aires, embarazada de cuatro meses. Su compañero Abel sobrevivió y partió al exilio. En 1983, de vuelta en la Argentina, emprendió personalmente la búsqueda de su hijo y se incorporó a la Asociación.
Los padres

Silvia nació el 27 de noviembre de 1948 en la localidad de Punta Chica, partido de San Fernando. Estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y, al momento de su secuestro, estaba terminando su residencia como cirujana en el Hospital Municipal de Tigre. Fue detenida en Florida, zona norte del Gran Buenos Aires, en la intersección de la calle Hipólito Yrigoyen y las vías del Ferrocarril Mitre. Militaba en Montoneros. Sus compañeros la conocían como "María".

Según testimonios de sobrevivientes, Silvia permaneció en el Centro Clandestino de Detención "El Campito", en Campo de Mayo, y en julio de 1977 se le practicó una cesárea en el Hospital Militar de dicha guarnición. Silvia, de 28 años, dio a luz a un varón al que  tal como deseaban con su compañero llamó Francisco. El caso de Silvia Quintela se suma a los de Norma Tato de Casariego y Beatriz Recchia de García, desaparecidas-embarazadas del CCD "El Campito", que también dieron a luz en el Hospital Militar y cuyos hijos fueron apropiados por represores. Felizmente, los tres casos fueron resueltos por las Abuelas y la Justicia determinó restituir la identidad de los jóvenes.

Abel nació el 7 de febrero de 1951 en la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos. Cursó la carrera de agronomía en la UBA hasta que fue expulsado por la intervención en esa casa de estudios y, al igual que Silvia, militaba en la columna norte de Montoneros. A poco del secuestro de su compañera, se exilió en Suecia y más tarde en México, hasta que regresó al país en 1983. Desde entonces, se integró a Abuelas y con los años se convirtió en el coordinador de los equipos técnicos y en la actualidad como secretario de la institución.


La búsqueda familiar

Durante la última dictadura, la búsqueda de Francisco la llevaron adelante sus abuelas, Sara Elena de Madariaga y Ernestina "Tina" Dallasta de Quintela. Las abuelas, junto a sus compañeras, escribieron y se acercaron a cuanto ministerio público pudieron, pero como en todos los casos les cerraron las puertas. En 1983, de vuelta del exilio, Abel emprendió personalmente la búsqueda, allí se incorporó activamente a Abuelas y fue el encargado de desarrollar gran parte de las estrategias de difusión de Abuelas para convocar a los jóvenes que, como su hijo, tuvieran dudas sobre su identidad.

La Búsqueda de Francisco

Francisco se acercó a Abuelas el 3 de febrero último, bajo el nombre de Alejandro Ramiro Gallo manifestando creer ser hijo de desaparecidos. Desde hacía mucho tiempo tenía dudas sobre su identidad por lo que decidió preguntar a la mujer que decía ser "su madre" si tenía información sobre su origen. Fue allí que la señora Inés Susana Colombo le confesó que lo habían traído de Campo de Mayo y que había posibilidades de que fuera hijo de desaparecidos.

Con esta información Francisco decidió acercarse a las Abuelas para comenzar su búsqueda. El joven se presentó acompañado por Colombo quien manifestó que su ex esposo, llamado Víctor Alejandro Gallo, era oficial de Inteligencia del Ejército Argentino y que en el año 1977 le dijo que había un niño abandonado en el Hospital Militar de Campo de Mayo, a lo que ella respondió que "cómo iban a dejar a un niño abandonado, que lo trajeran" (sic).

Colombo relató que finalmente Gallo llevó al bebé a su casa el 10 de julio de 1977 y agregó que el niño todavía tenía el cordón umbilical, lo que le indicaba que había nacido hacía muy pocos días.

Tanto Francisco como Colombo indicaron que Víctor Gallo dispensaba un trato violento para ambos, relatando minuciosamente diversas agresiones físicas y psicológicas. Gallo, quien se desempeñaba como oficial del Ejército durante la última dictadura cuenta también en su haber sido miembro del batallón 601. Ya en democracia participó en el robo de una empresa financiera, en la década del 80, y de un hecho criminal en el que se asesinó a una familia conocido como la "Masacre de Benavidez", hechos por los cuales estuvo detenido. El prontuario de este apropiador suma también su participación en los "levantamientos carapintadas ocurridos" en los 80; entre otras cosas. En la actualidad, hasta su detención el pasado viernes, se desempeña como empresario de seguridad privada, "dueño" de la empresa Lince Seguridad".

En la entrevista Colombo señaló que a pesar de estar divorciada y no guardar vínculo con Gallo, antes de concurrir a Abuelas de Plaza de Mayo, ésta lo llamó al militar para manifestarle que "Ramiro" estaba dudando de su identidad. Casualmente, luego de ello Francisco sufrió dos incidentes que vinculó con las circunstancias de que Gallo se enterara de la búsqueda que iniciaba.

El relato de Francisco y Colombo daba para sospechar que se trataba de un hijo de desaparecidos, por lo que de inmediato se solicitó a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) que le otorgara un turno para realizarse el examen de ADN. Al día siguiente, 4 de febrero, Francisco acudió al Banco Nacional de Datos Genéticos para dejar las muestras que le devolvieran su verdadera identidad.


El encuentro

El miércoles 17 de febrero, la jueza Sandra Arroyo, Juzgado Federal N° 1 de San Isidro, llamó a la Asociación para que se le comunicara al secretario de la institución que habíamos encontrado a su hijo. Abel no se encontraba en Capital, así que lo fuimos a buscar para contarle; ese mismo día compañeros y seres queridos lo esperaban en Abuelas para abrazarlo y acompañarlo en este momento que esperó por más de 30 años. Mientras tanto, Francisco se encontraba con integrantes de Abuelas, quienes desde que se acercó a Abuelas estuvieron en contacto para contenerlo y acompañarlo. En ese momento, ellos le comunicaron el resultado y Francisco quiso conocer a su padre en Abuelas. Desde entonces padre e hijo no dejan de estar juntos, contándose los años robados de vida y emocionando a todos los que participamos de esta lucha. "No pudieron", dijo Francisco cuando abrazó a su papá por primera vez. Esa es la enseñanza que nos trae cada restitución y nos llena de energía y esperanzas para encontrar a todos los que faltan.
Fecha de publicación : 24-02-2010