BUENOS AIRES, 30 DE AGOSTO (TÉLAM, POR HÉCTOR PUYO)

EMOTIVA VERSIÓN DE "DESFILE DE EXTRAÑAS FIGURAS", EN LA MÁSCARA

El director Norberto Gonzalo montó una sentida versión de "Desfile de extrañas figuras", del recordado Carlos Pais, con el apoyo de las actrices Marcela Fernández Señor y Liliana Lavalle, en la sala La Máscara.

La obra fue escrita a principios de los 90 pero se rescata como una de las más valiosas del autor, pues se levanta del lenguaje coloquial barrial de la época para ingresar en temas como la memoria, el olvido y la presencia de los desaparecidos.

Todo empieza con un juego de realidad e irrealidad, en el que una vieja cantante de tango (Marcela Fernández Señor) ahoga en alcohol la decadencia devenida de su retiro, mientras establece un virtual romance con Carlos Gardel (Ángel Rico).

Su cable a tierra es su sirvienta (Liliana Lavalle), con la que la cancionista establece una complicada relación de poder y competencia, una mujer que convive con ella desde lo más profundo del pasado y que conoce todos los vericuetos de su alma.

La relación es, obviamente, parecida a la de un viejo matrimonio en la que una parte parece sometida a la otra.
Los dos primeros tercios de la pieza sirven para jugar a un grotesco en el que surgen las miserias y mezquindades de los personajes femeninos, a la espera de un periodista que le efectuará a la cancionista una presunta nota sobre su carrera.

Hay otro personaje, la ausente Malena, una joven que, luego se sabrá, era hija de la cantante y por insistencia de la sirvienta es un tema tabú entre esas decadentes paredes: la aparición del periodista que no lo es (Víctor Hugo Carrizo) aclarará lo que el público ya intuye.

La obra, emotiva y con personajes queribles, tiene una calibrada dirección de Norberto Gonzalo, identificado a conciencia con el texto de Pais, inexorablemente argentino, que recurre tanto a Gardel como a otros autores posteriores igualmente instalados en la memoria colectiva.
No está ausente una visión popular y mítica del peronismo, contemporáneo de la gloria artística de la cantante y andamio fundamental que justifica la esperanza en el porvenir, que de otro modo sólo sería encarnado por la muerte.

Hay una acertada actuación de Liliana Lavalle como la sirvienta y amiga, casi una acompañante terapéutica, eficaz en intención, voz y movimiento de mujer que al mismo tiempo arrastra sus años, junto a la potente y a la vez decrépita intérprete de Fernández Señor. El trabajo de esa actriz, que asume el riesgo de interpretar un personaje mucho mayor, va creciendo desde la casi caricatura del principio hasta medidas mayores, cuando descubre toda su fragilidad ante su mejor interlocutor, el imaginario Zorzal Criollo. Debería, eso sí, corregir alguna gestualidad de labios crispados que no la beneficia a ella ni a su personaje.

Vuelve a sorprender Ángel Rico con su interpretación de Carlos Gardel, muy verosímil en su apariencia física, un rol al que el hijo de Guillermo Rico parece condenado desde que lo interpretó en "El día que Maradona conoció a Gardel", una película de 1996.

Hay también aciertos en la escenografía de Lucía Trebisacce y Carlos Bustamante, que aúna el decadente departamento con dos "patas" laterales transparentes, en una de las cuales cuelga la fotografía de la hija evocada, que colaboran con el tenor de ensoñación que impregna la acción.

Son muy eficaces las delicadas luces de Gonzalo más Alejandra Dziewguc, lo mismo que la banda sonora de Gustavo Zurbano, nutrida del repertorio gardeliano.
"Desfile de extrañas figuras" se exhibe en el teatro La Máscara, Piedras 736, los viernes a las 21. (Télam).-



Fecha de publicación : 02-09-2010