El 27 de septiembre se conmemora el "Día del Derecho del/la Niño/a a jugar", ya que en 1990, en nuestro país, se sancionó la Ley N° 23.849 que puso en vigencia la Convención sobre los Derechos del Niño, sentando las bases para la construcción futura de un sistema de promoción y protección integral de la niñez y la adolescencia. Cuatro años más tarde, este compromiso se profundizó con la incorporación de la Convención a la Constitución Nacional, a través del Artículo 75°.
La adopción de la Convención se dio en un contexto político signado por el neoliberalismo, pero estableció cuestiones fundamentales para que lxs niñxs sean consideradxs sujetos de derechos, que el Estado en todas sus medidas debe atender al interés superior del/la niñx, siendo el garante de los derechos a la Salud, a la familia, a la Educación, a la participación y a la identidad de niños, niñas y adolescentes.
En este sentido, el juego es clave para el proceso de formación y socialización de lxs niñxs y representa la posibilidad de plantearse un dilema y un desafío. Los niños y las niñas cada vez destinan menos tiempo al juego. Según un estudio realizado por el Observatorio de la Deuda Social de la Infancia y la Sociedad Argentina de Pediatría, 6 de cada 10 chicxs de entre 5 y 17 años están ocupadxs la mayor parte de su tiempo en actividades escolares y frente a la pantalla de algún dispositivo electrónico.
Sin dudas, es en la Escuela Pública que se nos plantea a lxs Trabajadorxs de la Educación el jugar para explorar, para aprender sobre el mundo, sobre unx mismx, sobre el/la otrx y sobre la vida. Jugar para constituirnos como sujetos en comunidad, solidarixs y colaborativxs.