18 DE JULIO: 101 AÑOS DE LA PRIMERA DOSIS DE BCG EN EL MUNDO

Una de las lecciones más importantes que nos dejó la pandemia por COVID-19 es que las inmunizaciones son herramientas irreemplazables en el control de las enfermedades infectocontagiosas.

Los países que han sido capaces de dar respuesta inmediata y de amplio alcance a través de la vacunación, pudieron minimizar el impacto de esta enfermedad en la población.

Todxs tenemos presente la esperanza que se depositó a poco de iniciada la pandemia en la posibilidad del desarrollo de vacunas que permitieran acotar la expansión de la epidemia y la mortalidad causada por esta enfermedad viral. Sumada la velocidad con que llegaron a buen puerto muchas de las líneas de investigación primero y de producción después.

Ser contemporánexs de semejante experiencia nos lleva a que repasar la historia de la vacunación en el mundo adquiera una significación diferente.

En el caso de la Tuberculosis, enfermedad que azotó a la humanidad desde sus inicios, que se conoció como Peste Blanca y se ha cobrado, por ejemplo, en los últimos dos siglos nada menos que mil millones de vidas jóvenes, la historia de la vacuna BCG resulta muy interesante e inspiradora.

La BCG (Bacilo de Calmette Guérin) se desarrolló en Francia, en el Instituto Pasteur situado en Lille, creado en 1895 y conducido por Albert Calmette, Médico y Microbiólogo discípulo de Pasteur.

Camille Guérin, Veterinario, trabajó junto a Calmette y ambos realizaron una tarea sostenida y sistemática en el incansable intento de atenuar una cepa de Micobacterium bovis, aislado tiempo antes por Edmond Nocard de la ubre de una vaca enferma.

El desafío consistía en lograr un bacilo vivo, pero no virulento y lo suficientemente atenuado para generar una respuesta inmune sin causar la enfermedad.

Ese proceso llevó trece años de cultivos, habiendo iniciado en 1908 y alcanzado su desarrollo seguro en 1921.

El 18 de julio realizaron la primera inmunización a un niño recién nacido, administrando por vía oral en tres dosis la BCG. El seguimiento del pequeño les permitió saber que era seguro continuar con ensayos sobre más niñxs con la autorización de sus progenitores entre 1922 a 1924.

Desde 1924 hasta la década de los ‘60, cultivos del Bacilo de Calmette Guérin (BCG) fueron distribuidos a más de 50 países que iniciaron a partir de esos originales su propia producción.

A nuestro país los cultivos llegaron en 1925. Habían sido entregados por el propio Calmette al Dr. Andrés Arena, Director del Instituto Biológico de La Plata en esos años, quien los trajo en la sala de máquinas del barco para su conservación a temperatura adecuada.

El Investigador francés puso como condición "que la vacuna debía otorgarse gratuitamente y los cultivos facilitarse a quienes los solicitaran para realizar experiencias o investigaciones".

En 1925, el Instituto Biológico de La Plata preparó las BCG y entregó las primeras dosis a niñxs en la Maternidad de la Escuela de Parteras de la capital provincial.

Actualmente, el Instituto continúa teniendo entre sus numerosos e imprescindibles productos biológicos a la BCG y la BCG para tratamiento en inmunoterapia de enfermedades oncológicas.

Desde 1930, la BCG se utiliza en más de 100 países en el mundo.

Actualmente, y tras los 101 años de experiencia con esta vacuna, se sabe que:

con respecto al control de la Tuberculosis:

  • protege de las formas graves de la Tuberculosis en niñxs pequeñxs
  • no impide el pasaje de infección latente a enfermedad
  • no impide la primoinfección por el Micobacterium tuberculosis ni su diseminación

otros efectos protectores de la salud:

  • previene la lepra (Mycobacterium leprae)
  • previene úlcera de Buruli (Mycobacterium ulcerae)
  • tiene efectos inespecíficos favorables sobre la inmunidad (inmunidad entrenada) y reduce la mortalidad infantil
  • proporciona inmunoterapia eficaz en tratamiento del cáncer de vejiga

En la pandemia por COVID-19, lxs pacientes con TBC activa tuvieron 3,6 veces más riesgo de morir que aquellxs sin esta enfermedad.

La Tuberculosis es una enfermedad que, más allá de la causalidad microbiológica, responde a fuertes determinaciones sociales, requiere para su resolución un abordaje intersectorial.

Es muy importante informar a la Comunidad Educativa sobre las enfermedades que se contraen por exposición a los agentes biológicos que se introducen en el organismo y causan enfermedades infecciosas, alergias o toxicidad.

En los establecimientos escolares se pueden registrar exposiciones a agentes biológicos como consecuencia del contacto con personas enfermas o portadoras de cuadros infectocontagiosos.

Las enfermedades infectocontagiosas son comunes en lxs Docentes ya que los factores de riesgo para su transmisión tienen que ver con: ambientes mal ventilados, superpoblación y hacinamiento, y falta de agua y jabón.

Más información sobre la Tuberculosis: ¿Cuáles son sus síntomas y cómo prevenirla?

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